la pasión extranjera


haber amado todavía acaricia la memoria de los odios en los días sin sol
por eso mi corazón vive atento al jardín
cuidando los avances de la pasión extranjera
cortando el paso a la pequeña procesión de sordas pasionarias
en días como este
era tanto el amor que me llegaba
por sobre el muro rompiente de un templo Sarajevo
en oleadas de libertaria claridad
después de arrasar enclaves y roseras
matando bestias y feudos incendiando
el pasaje oscuro del centro hasta la piel
la pasión extranjera invadía como un arma
montada en la belleza del huracán
quemando las planicies africanas
donde dormían el alma y sus salientes
liderando los cardos de la tierra
para hacerles brotar la blanca plenitud de su yihad
toda la noche podía germinar
dando alas al viento y alumbrando días
de blanca redención

la ley ordenadora del sexo de las horas
llegaba aún torciendo los ríos documentales de mi vida
con el dolor el vértigo la pobreza del amor
maniobrando la recta inconsciencia en dirección a su caída
mirando siempre al sur para perderse
en la inconstancia romántica de los aventurados
tantos años después de la matanza
no hay más noticias de mí
ya no sé mis medidas en este exilio amoroso de las cosas
lejos la furia de la pasión extranjera que exhumaba los ríos
dando pasaje a la gesta dorada de los unos
monasterios oscuros y preludios
anunciando los rostros del verano
como ríos de luz